📆 21 de junio
🕑 19:00h Encuentro con el artista (aforo limitado)
🕑 20:00h Apertura de puertas
🕑 21:00h Inicio del concierto
📍 Fábrica de Creación. Calle Antonio López, 36. Santander
🎟️ Entrada: giglon.com/todos?idEvent=link2—juan-hurle-av-live
📢 Juan Hurle, artista, músico y coder cántabro, presenta un AV Live inédito donde el sonido, los visuales generativos y el código se funden en una experiencia sensorial irrepetible.
Hay artistas que viajan con sintetizadores. Otros con pinceles. Juan Hurle, músico, coder y artista cántabro afincado en Berlín, viaja con líneas de código que no solo se ejecutan, sino que respiran, reaccionan y emocionan. El próximo 21 de junio, regresa a su tierra para presentar un AV Live inédito en la Fábrica de Creación (Calle Antonio López, 36), dentro del ciclo de electrónica visual de @nido_cantabria, con una propuesta que desborda géneros, formatos y expectativas.
Formado entre Oxford y Londres, Hurle ha convertido el código en un medio artístico en sí mismo. Sus obras nacen de lenguajes de programación creativa, donde la música electrónica y las visuales generativas se desarrollan en tiempo real, como organismos vivos que mutan ante la mirada y la escucha del público. Lo que ocurre en escena no está pregrabado, no es una reproducción, sino una invocación viva al arte algorítmico.
El evento del 21 de junio se articulará en tres momentos que invitan a sumergirse de lleno en su universo creativo:
- 🕑 19:00h | Encuentro con el artista (aforo limitado): una oportunidad íntima para conocer el proceso de trabajo, las herramientas, la filosofía que impulsa esta obra entre lo sonoro y lo visual.
- 🕑 20:00h | Apertura de puertas
- 🕑 21:00h | Inicio del concierto: una experiencia inmersiva, un viaje introspectivo hecho de electrónica abstracta y paisajes visuales en constante mutación, donde los límites entre concierto, instalación y performance digital se disuelven en favor de algo más esencial: la presencia pura del arte en movimiento.
Este AV Live no es solo una muestra de virtuosismo técnico, sino una poética del algoritmo, donde cada sonido es una partícula en expansión y cada imagen una vibración del pensamiento. Un concierto que es también un espacio de contemplación activa, una coreografía digital que se escribe y se reescribe en tiempo real, desafiando lo estático, lo previsible, lo cerrado.
En una era donde la tecnología suele servir como espejo, Hurle la convierte en ventana: hacia el interior del artista, pero también hacia el imaginario colectivo que habita entre los bits y los pulsos. Su música no se baila, se atraviesa. Sus visuales no se miran, se sienten en la piel.







